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Alcaraz vs. Sinner fue la batalla más larga de Roland Garros

Alcaraz y Sinner ofrecieron el duelo más largo y épico en la historia de Roland Garros: cinco horas de tenis sublime, brutal y absolutamente inolvidable.
Fotografías oficiales de Roland Garros 2025

Hay partidos que se ganan y partidos que se sobreviven. Lo que Carlos Alcaraz y Jannik Sinner jugaron en la final de Roland Garros 2025 no fue exactamente un partido de tenis. Fue una especie de colisión épica de voluntades transmitida en directo. Fue una película sin guión, sin pausas, sin respiros. Un duelo de cinco horas y veintiocho minutos —el más largo en la historia del torneo parisino— que quedará grabado no solo en las estadísticas, sino en la memoria y emociones de todos los que lo vimos, de quienes simplemente no pudimos despegar los ojos de la pantalla y por supuesto de aquellos que tuvieron la dicha de presenciarlo en persona. Fue histórico. Fue hermoso. Fue brutal.

Sinner, número uno del mundo. Alcaraz, el campeón defensor. Ambos con 22 años. Ambos con todo que perder y todo por ganar. La Philippe-Chatrier parecía a punto de colapsar en cualquier momento: por el calor, por el ritmo, por la tensión. Era como ver a dos generaciones futuras chocar en cámara lenta, pero con cada golpe más rápido que el anterior.

Los primeros dos sets fueron del italiano: milimétrico, clínico, indestructible. Parecía una máquina programada para demoler esperanzas. Cuando Sinner tuvo tres puntos de partido en el cuarto set, todo parecía terminado. Pero fue ahí cuando exactamente empezó lo inolvidable.

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Jannik Sinner en la final de Roland Garros 2025

Lo que siguió no fue tenis. Fue algo más. Alcaraz levantando bolas de partido con saques imposibles, con derechas cruzadas, con pulmones que desafiaban la física. Sinner sin caer, sin perder la compostura, obligándolo a dar el 110% cada vez. Era un intercambio emocional, un forcejeo psicológico, una obra de arte dibujada con golpes al límite.

Y entonces, el quinto set.

¿Reconoces ese punto donde el cuerpo ya no responde y lo único que te mantiene en pie es la voluntad? Bueno, ambos jugaron así. Se intercambiaron quiebres, miradas, gestos hacia sus bancas. Sinner parecía quebrarse. Alcaraz parecía flotar. Pero no fue solo cuestión de físico. Fue carácter, cabeza, corazón.

El murciano se llevó el desempate final en el super tie-break por 10‑2. El estadio se vino abajo. Se tiró al suelo como un gladiador vencido por la emoción más que por el rival. No porque haya ganado. Sino porque los dos salieron vivos.

Esto fue más que una final: fue un parteaguas. Sinner y Alcaraz ya son historia

Esta no fue una final cualquiera. No fue una repetición más de la narrativa innecesaria de “el nuevo Nadal” o “el nuevo número uno”. Fue un antes y un después para el deporte. En la actual era, donde los partidos duran lo justo y las carreras se planifican con analítica, estos dos decidieron entregarse al caos.

Y eso lo cambia todo. Porque la gente no va a recordar solo que Alcaraz ganó su segundo Roland Garros y su quinto Grand Slam. Va a recordar lo que sintió cuando el reloj pasó las cinco horas. Cuando los dos seguían corriendo como si no existiera el mañana. Cuando el tenis volvió a ser lo que fue alguna vez: una batalla noble, un espectáculo crudo, una historia que no se podía fingir.

Lo que vimos el domingo fue la primera gran final de una rivalidad que definirá una década. Y no exageramos. Si Federer y Nadal escribieron la partitura de la elegancia y la épica, Sinner y Alcaraz la están remixando con otros códigos: velocidad, versatilidad, drama total.

Lo más loco de todo esto es que apenas tienen 22 años. Esto fue solo el primer capítulo. Un episodio piloto que ya se ubica entre los mejores duelos del siglo. Y si tenemos suerte, vendrán más.

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Mientras algunos decían que el tenis perdió magia, que no hay carisma, que los nombres no pesan como antes, esta final fue una respuesta contundente. No necesitamos nostalgia. Tenemos presente. Tenemos a dos chicos que se enfrentaron como si el mundo dependiera de ello. Que jugaron para ganar, pero también para marcar época. Que nos recordaron que hay partidos que se juegan con una raqueta, sí, pero que se ganan con el alma.

Así que sí: Carlos Alcaraz ganó Roland Garros 2025. Pero lo que realmente ganamos fue uno de los mejores partidos de todos los tiempos.