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De la rudeza al cupcake: una plática con Lee Eye

De la rudeza al cupcake: una plática con Lee Eye

Lee Eye reflexiona sobre su dualidad interna, su lucha con la industria musical, y cómo su arte busca mostrar la humanidad más allá de los estereotipos. Esta entrevista fue posible gracias a la Nueva Latam.
@leeeyebitchhh

¿Qué canción fue tu bautizo en el rap?

GATA. Esa canción fue realmente la que me dio esa virtud, esa conexión con mucha gente, con muchos corazones. Fue como un sello que no esperaba. Cuando la lancé pensé: “Bueno, vamos a ver qué pasa”, y lo que pasó fue muy bueno. Entonces, sí, creo que GATA fue mi primer shot. 

Muchos artistas adoptan un alter ego. En tu caso, ¿quién es Lee Eye que no es Valeria?

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Hasta ahora estoy aprendiendo a diferenciar a esas dos personas, porque siempre he sido la misma. Como esa leyenda del chico de dos caras: Lee sale para unas cosas y Valeria para otras. Valeria siempre fue más vulnerable, pero en el fondo siento que siempre fui Lee. Solo que ahora me estoy reencontrando con Valeria: esa parte más suave, más humana, no esa niña que creció defendiéndose o sobreviviendo.

Lee fue alguien que forjé a la defensiva, como un caparazón. Valeria estaba guardada, protegida. Poco a poco he ido abriendo ese caparazón, llegando a esas capas más profundas. Valeria es más introspectiva, más consciente. Lee es el foco, la estrella, la música. Pero cuando reflexiono, cuando me conecto con la vulnerabilidad, soy Valeria. Lee es la guerrera; Valeria, la frágil. Lee está hacia afuera; Valeria, hacia adentro.

Tus canciones son líricas, pero con filo. ¿Qué estás tratando de contar ahora con tu música?

En este momento, lo que estoy tratando de decir es que por mucho tiempo los artistas hemos sido encapsulados. Se nos dice que si no eres bueno, si no encajas, entonces no vales. Hay un estereotipo del artista perfecto, amable, que siempre está agradecido, y no siempre es así. Uno también odia, uno también siente cosas feas. Tenemos Yin y Yang adentro, no todo es bueno.

Siento que en Colombia, si no eres un ejemplo de conducta, si no te muestras como una persona correcta, que sabe abordar todo con mente fría, entonces no creces. Y yo no soy eso. A veces soy una loca, a veces soy un problema, me equivoco, meto la pata, la cago con gente que no debería. Y también me lo han hecho a mí.

Quiero salir de esa estructura de los angelitos. Mostrar que también somos humanos, que nos equivocamos, y que eso también tiene valor. Quiero mostrar algo de eso.

Con esto que me dices, ¿cómo negocias entre la industria que quiere “producto” y tu propio impulso de mantener tu esencia?

Siento que eso se mueve más en lo internacional. En otros países siempre hay un artista que va contra todas las normas, que canta contra todo pronóstico. En República Dominicana, por ejemplo, hay mucha gente que hace perreo, salsa, lo que sea, sin filtro. Y eso me inspira.

Aquí en Colombia, la gente es más tradicional, más cerrada. Entonces ha sido difícil. Incluso siento que no pertenezco a la industria, porque si no te portas bien, si no haces lo que te dicen, no creces. Pero yo siempre he tenido fe en las plataformas que me han ayudado a darme a conocer. Son las que me van a llevar a donde quiero. No soportaría que me encasillen. Podría aprender a medirme, a tratar mejor ciertas cosas. Podría ceder un poco. Como esa serie donde sale Cardi B, que le enseñan a hablar mejor, a comportarse más “correctamente”. Podría portarme bien, pero no al punto de perderme.

La industria y yo somos como opuestos. Lo mío ha sido muy orgánico. Y si algún día llego a una representación a nivel global, que sea porque valoran a los artistas distintos, no porque me quieren moldear. Hay artistas tan locos que son increíbles. Eso es lo que me encanta.

¿Con qué artistas vivos o muertos te están inspirando constantemente?

Ahorita me está inspirando mucho Zoe (La Zowi), una cantante española que es súper grosera, súper anti-industria, muy increíble. También me inspira mucho Niña Dioz, que es una artista mexicana. Es de las más incomprendidas que he conocido en mi vida.

Si tu carrera fuera una ciudad, ¿en qué parte estarías en este momento? No cuenta incluir Bogotá. 

Estaría en Holbox. Me encanta Holbox. No sé qué me pasó allá, pero sueño con volver. Es un lugar donde siento que puedo ser yo. Allá todo fluye: escribir, la vibra, la comida, la gente. No sé qué tiene, pero siento que Holbox representa mucho de lo que estoy haciendo ahora: esa parte más caribeña, más playerita.

¿Qué verdad tuya todavía no has puesto en una canción, y por qué no?

Siento que siempre me muestro muy ruda, muy filosa. Soy una chica con un toque filoso. Pero en realidad soy un cupcake. Por dentro soy relleno de fresa, súper dulce. Yo sé que en mis canciones sueno fuerte, pero realmente es muy fácil hacerme daño. Soy muy vulnerable. No he puesto eso en una canción porque siempre termino en la actitud de “me haces daño, pero me la pagas”. Pero sí, la verdad es que soy un cupcake fácil de morder.