Cuando Hailey Bieber lanzó Rhode en 2022, muchos pensaron que se trataba de otra celebridad intentando meterse al juego del skincare. Pero tres años después, la marca no solo es sinónimo de “glowy donut skin”, sino que acaba de ser valuada en mil millones de dólares. No está mal para una chica que, hasta hace poco, era más conocida por su apellido y su anillo de bodas.
Rhode—llamada así por su segundo nombre—nació en plena fiebre del clean girl aesthetic y supo capturar ese zeitgeist con precisión milimétrica. Los empaques son minimalistas, los productos tienen nombres que suenan a postres caros (Peptide Glazing Fluid, Strawberry Glaze Lip Treatment) y el branding evoca el tipo de lujo silencioso que TikTok no se cansa de replicar. Pero detrás del brillo, hay estrategia.
Lo que diferencia a Rhode no es solo su imagen impecable, sino su consistencia: pocos productos, lanzamientos espaciados y una obsesión casi científica con las texturas. Bieber—quien, para sorpresa de muchos, ha estado metida hasta el cuello en la formulación y el marketing—apostó por hacer menos, pero hacerlo perfecto. Y funcionó.
Desde su debut, Rhode se agotó una y otra vez. En parte gracias al star power de Hailey, sí, pero también porque supo jugar con el algoritmo como una nativa digital: GRWMs, close-ups de su piel sin filtros, y la idea de que cualquiera puede tener “piel de donut” si se aplica el serum correcto. Incluso su embarazo, anunciado hace pocas semanas, se sintió como parte de la narrativa—una transición perfecta de clean girl a clean mom.
Que una marca tan joven alcance el estatus de unicornio en tan poco tiempo no solo habla del talento empresarial de Hailey, sino también de cómo la industria del maquillaje y skincare ha mutado. Ya no se trata solo de cubrir imperfecciones, sino de vender aspiraciones suaves, brillantes y aparentemente alcanzables.
Rhode hoy no solo vale un billón de dólares; vale también como símbolo de una nueva era donde el celebrity branding tiene que venir acompañado de autenticidad—o al menos de una ilusión muy bien curada de ella. Hailey no solo nos vendió brillo para la cara: nos vendió la fantasía de que, por 29 dólares, podríamos ser un poco más como ella.