Su nombre resuena en las calles de Compton con la misma fuerza con que vibra en los auditorios más selectos. Su inclusión en este evento no es solo una victoria musical, es la confirmación de que la poesía, el mensaje y la crítica social pueden irrumpir en el coloso mediático de la NFL.
El anuncio de la participación de Lamar en el medio tiempo del Super Bowl no ha sido una sorpresa, pero sí una declaración de principios. En un país que aún lidia con el eco de sus cicatrices raciales, económicas y políticas, la voz de Lamar emerge como la conciencia que incomoda y sacude. No es la primera vez que pisa este escenario: en 2022, compartió el campo con Dr. Dre, Snoop Dogg, Mary J. Blige y Eminem en un espectáculo que celebró la cultura del hip-hop en el evento deportivo más visto del planeta. Pero esta vez es diferente. Lamar estará solo, y en su soledad, su mensaje será más fuerte que nunca.
Desde que irrumpió en la escena con good kid, m.A.A.d city, hasta consolidarse como un artista de la talla de Dylan o Morrison con To Pimp a Butterfly, Kendrick ha desafiado el statu quo.
Ha construido su legado no solo en las listas de Billboard, sino en la mente de quienes buscan una voz que articule las luchas de una generación. Su espectáculo en el Super Bowl promete ser un viaje a través de sus obsesiones: la brutalidad policial, la identidad negra, la lucha de clases y la eterna búsqueda de redención.
La gran pregunta es: ¿hasta dónde lo dejarán llegar? En un evento milimétricamente diseñado para la neutralidad corporativa, Lamar es una figura incómoda. No se le puede pedir que simplemente cante HUMBLE. y haga bailar a la audiencia. Se espera que hable, que provoque, que incomode. Sus presentaciones en vivo han sido una amalgama de teatralidad y verdad, como lo demostró en los premios Grammy de 2016 con su icónica actuación de The Blacker the Berry y Alright.
Lo que está en juego aquí no es solo un espectáculo de 15 minutos. Es la posibilidad de que el mayor evento deportivo de Estados Unidos sea, por un momento, un acto de resistencia. Porque si algo ha demostrado Kendrick Lamar, es que él no está aquí solo para entretener. Está aquí para recordarnos que la historia, cuando se canta bien, nunca se olvida.