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Lo más alucinante de Coachella 2025

Coachella 2025 es un espejismo real. Un sueño colectivo al que 150,000 almas le ponen cuerpo y voz durante dos fines de semana. Y aunque el festival lleva dos décadas armando altares de neón en medio del desierto, este año se siente como una ópera de ciencia ficción con diversos tintes emocionales: post-pandemia, post-todo, Coachella se reescribe como una cápsula futurista de identidad, memoria y puro goce.
Fotografías: Getty Images

Coachella 2025 se plantea como si Black Mirror y Euphoria se hubieran ido de retiro espiritual al desierto. Todo parece, hasta ahora, una mezcla entre un carnaval postapocalíptico y un set de ciencia ficción dirigido por Wong Kar-Wai: luces líquidas, sonido hipnótico, outfits imposibles y una sensación compartida de estar viviendo algo irrepetible. El festival no solo entrega música. Entrega momentos. Aquí algo de lo más alucinante hasta el momento:

Lady Gaga en el Main Stage

La noche del viernes terminó como solo el pop puede terminar: en catarsis absoluta. Lady Gaga regresó al desierto con una producción teatral, intensa y explosiva. Hizo un repaso de sus mayores éxitos, pero con nuevos arreglos cinematográficos y guiños a la ópera futurista. Hubo una sección inspirada en Jodorowsky, drones coreografiados, y un público que coreó Shallow como si el fin del mundo dependiera de ello. Gaga se metió en la historia de Coachella a la altura de Prince (2008) y Beyoncé (2018). Ya no hay discusión.

Beth Gibbons en el Gobi Stage

Silencio absoluto. Oscuridad parcial. Y la voz de Beth Gibbons, grave, mística, hiriéndonos con belleza. La ex vocalista de Portishead presentó su nuevo material solista —melancólico, elegante, sublime— y cerró con una interpretación tan poderosa de Glory Box que dejó al público en un estado de trance. Fue como entrar a un templo subterráneo donde la tristeza se convirtió en oro.

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Green Day: Punk eterno y voz política

El trío de Berkeley salió como si estuviéramos en 1994, pero con el ímpetu de 2025. Tocaron todos los clásicos (Basket CaseAmerican IdiotHoliday) y aprovecharon la plataforma para posicionarse contra el genocidio palestino. Un set furioso, urgente y genuino. Punk con propósito. Y con legado.

Junior H en el Main Stage

Los corridos tumbados siguen pisando fuerte. Junior H, con su carisma relajado y su mezcla sonora cada vez más atrevida, se apoderó del domingo en el escenario principal. En medio de la discusión sobre la censura blanda al regional mexicano, su set fue resistencia con estilo. Norteño psicodélico, guitarras que lloran y un público que respondió con devoción.

Charli XCX y su consagratoria

Charli demostró que el Brat era más que una estética: era una declaración de guerra al aburrimiento. Con una energía desbordante y la presencia de invitados como Billie Eilish, Lorde y Troye Sivan, convirtió el escenario principal en una fiesta sin control ni perdón. El homenaje a la rave culture fue real: láseres, beats industriales y sudor. Lo de Charli ya no es promesa, es dominio.

Travis Scott y el regreso de la distopía épica

Después del oscuro episodio de Astroworld, Travis tenía una deuda consigo mismo y con el público. En Coachella, la pagó con intereses: visuales monumentales, estructuras móviles, acróbatas aéreos y un setlist que funcionó como un thriller sonoro. Fue un espectáculo rotundo, no revolucionario, pero sí inolvidable. Casi cinematográfico.

Menciones que también encendieron el polvo del desierto:

  • NewJeans llevó el K-pop a otra dimensión visual con un show que mezcló anime, escuela y velocidad.
  • Fred again.. + Skrillex + Peggy Gou: rave espiritual entre lágrimas y beats.
  • Tyler, The Creator: siempre impredecible, siempre honesto, siempre necesario.
  • Burna Boy puso a todo el mundo a bailar afrobeats en uno de los sets más energéticos y elegantes.
  • Phoebe Bridgers con boygenius: folk, poesía y vulnerabilidad bajo la luna falsa.
  • Doja CatCabaret en el desierto, caos estilizado, pop que muerde.