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Madres del nuevo milenio: Sonia Villalta y el arte de dirigir entre algoritmos y almuerzos escolares

Sonia Villalta representa una maternidad consciente: sostenida por valores, potenciada por tecnología y anclada en la convicción de trazar su propio camino.
Fotografía por Kevin Escobar

En medio de un contexto donde los desafíos cotidianos sobran pero la determinación no escasea, Sonia Villalta se abre paso como tantas mujeres lo han hecho antes que ella: con determinación, inteligencia emocional y una extraordinaria habilidad para que el caos funcione a su favor. A simple vista, es la directora de Más Comunicación El Salvador, una agencia que ha tejido con disciplina, visión estratégica y un enfoque quirúrgico en las relaciones públicas. Pero más allá del título, Sonia es una de esas mujeres que redefine lo que significa ser madre en la era digital.

El Salvador, como muchos otros países de la región, todavía carga con expectativas tradicionales sobre el rol de la mujer. Pero la revolución silenciosa se gesta en las agendas de mujeres como Sonia, cuyas jornadas comienzan antes del amanecer, no por romanticismo, sino por supervivencia emocional y logística. “Soy mamá antes de ser directora”, dice sin dramatismo, como quien enuncia una verdad natural. Su día arranca con desayunos, uniformes escolares, y frases repetidas con cariño: no olvides la lonchera, ponete el suéter, ¿llevás la tarea?

Después, sin pausa ni transición suave, Sonia entra a un ecosistema completamente distinto: salas de reuniones, briefs de clientes, estrategias multicanal, y eventos que no pueden fallar. Lo extraordinario no es solo que haga ambas cosas. Lo es que las haga con conciencia de que no tiene que disociar sus roles, sino integrarlos.

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Ese es, quizás, el corazón de este relato: Sonia no quiere ser una supermujer. Quiere ser eficiente, sí. Pero también quiere ser humana. Para lograrlo, se ha apoyado en un arsenal de herramientas tecnológicas que no la reemplazan, sino que la acompañan. “La IA es parte de mi equipo”, afirma. Y no lo dice en tono futurista, sino cotidiano. Usa ChatGPT para desarrollar ideas, Dola como asistente virtual que organiza su agenda (desde presentaciones hasta consultas pediátricas), y Notion para mapear su universo fragmentado en bloques ordenados.

Le gusta, sin embargo, mantener un ritual analógico: transcribir todo en una agenda física. “Soy muy visual, necesito escribir para entender mis prioridades”, dice mientras desliza su dedo en su chat con su asistente virtual, que con base en la IA le organiza reuniones de alto perfil y hasta cumpleaños infantiles.

En el relato de Sonia, no hay que buscar la épica. No la necesita. Su historia se narra en los márgenes donde el tiempo parece no alcanzar, pero donde ella, como muchas otras mujeres, estira las horas con dignidad. Lo revolucionario no está en que use tecnología, sino en cómo la utiliza: como una herramienta de cuidado, no solo de eficiencia.

“Ser madre y ser profesional no se contradicen; se complementan”, dice. En esa frase, sencilla y contundente, hay un manifiesto generacional. 

No se trata de romantizar la sobrecarga. Sonia no es una heroína exhausta. Es una estratega que ha decidido diseñar su propia forma de estar en el mundo. Una forma donde los algoritmos no sustituyen la intuición, donde la productividad no se mide solo en entregables, y donde el liderazgo femenino no tiene que pedir permiso para ser, ni disculpas por brillar.

En mayo, mes de las madres, Sonia Villalta no solo representa a las mujeres que sostienen múltiples mundos. Representa, también, un modelo posible: el de una maternidad consciente, sostenida por valores, potenciada por tecnología, y profundamente anclada en la convicción de que no hay un solo camino hacia el éxito, sino tantos como mujeres dispuestas a trazarlo a su manera.